UFW: 50 Años: Paul Chávez
Por JUAN ESPARZA LOERA
Aunque su camino tomó muchas desviaciones. Todo empezó con una reunión casual con Jerry Cohen, el abogado del UFW.“Él me preguntó que era lo que yo iba a hacer,” recuerda Chávez durante una entrevista telefónica reciente. “Yo le dije que quería ir a la escuela de leyes.”Cohen lo llevó a un lado y le dijo, “Yo no creo que debas hacer eso. Deberías de trabajar con tu padre. Deberías de trabajar con el sindicato. Deberías de aprender cómo es que funcionan estas cosas. Siempre podemos encontrar abogados para que nos ayuden.”Chávez, quien ahora preside el Centro de Servicio Nacional a Trabajadores del Campo y es también es presidente de la Fundación César Chávez, fue a con su padre.“Yo creo que no voy a ir a la escuela. Me reporto para servicio,” le dijo el hijo a su padre. César lo puso en la impresa del sindicato, una acción que sorprendió a Paul.“Yo pensé que me mandaría a una huelga. Al principio yo no tenía interés en estar en una imprenta,” dijo Chávez. “No entendí. Después él me explicó porque era importante que yo aprendiera un oficio, para que si algún día yo tenía que mantenerme a mí mismo y a mi familia, ya tendría un oficio.”Así empezó la participación de Chávez con el sindicato que su padre – quien murió en 1993 – inició en 1962 en Delano. Paul asistió a la Escuela Preparatoria Delano (fue compañero de este reportero en una clase de periodismo) y se graduó de la Preparatoria Tehachapi en 1974 cuando su familia se mudó a las oficinas del UFW en La Paz en Keene. Desde 1991, Paul ha estado al frente de la fundación, la cual ha construido más de 600 casas para familias latinas de bajos ingresos, ha rehabilitado más de 2,200 unidades de viviendas de renta, y opera Radio Campesina con nueve estaciones.
Paul tomó en serio el negocio de la imprenta. Él llegó a ser un obrero especializado y estuvo a cargo de algunas de las operaciones de imprenta del sindicato.“Tres años después, él empezó a preguntarme si quería ayudarle en su oficina,” dijo Paul. “Yo le explique que yo creía que había nacido para la imprenta.”Aunque el padre era bastante persistente, aunque el hijo “tenía miedo de no tener las habilidades para hacerlo.”Por fin, Paul estuvo de acuerdo bajo el entendimiento de que él podía regresar a la imprenta si las cosas no funcionaban bien. Al trabajar al lado de su padre, Paul aprendió a trabajar con el lado social del sindicato, incluyendo sus clínicas, guarderías, y la cooperativa.“Aprendí muchas cosas sobre su visión para el sindicato, “que las necesidades de un trabajador no terminan en el lugar de trabajo,” dijo Paul, quien se imaginó que por fin había encontrado su llamado. Estaba equivocado. César decidió en 1978 que el sindicato entrenara a sus propios negociadores.“Papá, yo creo que yo nací para ser un asistente administrativo,” le dijo a César. Paul estaba nervioso, después de todo, dijo él, “la negociación de contratos afecta la vida de las personas.”Él después aprendió a redactar con vocabulario de contrato, modales en la mesa de negociación y la manera de formular propuestas. En 1979, lo mandaron a negociar al mismo tiempo que sucedió una gran huelga en las verduras.“Me sentí cómodo con eso,” dijo Paul, quien negoció con los agricultores de la uva en Delano y agricultores de dátiles en el Valle Imperial. Se fue a Nueva York por doce meses en 1980-81 para trabajar en el boicot de la uva. Luego llegó otro cambio de dirección.“Mi padre me pidió en 1983 que fuera el director político,” dijo Paul El hijo protestó. El hijo perdió. Paul supervisó las obras de cabildeo del sindicato en Sacramento y en Washington.“Llegué a ver cómo funcionaba el proceso legislativo. Mi papá siempre dijo que lo que se ganara en los campos podía perderse en las salas del condado,” dijo Paul. Durante ese tiempo, él tuvo la oportunidad de regresar a la imprenta cuando trabajó con su padre en la compra de una gran prensa de impresión que sería la clave en las obras de recaudación de fondos del sindicato.“Llegamos a tener la operación más grande de impresión entre Fresno y Los Ángeles,” dijo Paul. Los dos viajaron para conocer a la “gente de la Catedral Crystal para ver cómo ellos estaban usando programas de mercadotecnia directa para vender religión y fe. En nuestro caso, era para vender justicia social.”
[ENGLISH]En 1990, la carrera de Paul tomó otro cambio de dirección.“A mí me gustaría que trabajaras en el Centro de Servicio a los Trabajadores del Campo,” dijo César. “Yo creo que deberías de ir y asignarle una visión. No tiene su propia razón de existir. Ve y dale una razón de existir.”Bajo la dirección de Paul, el centro ha crecido para incluir programas de escuelas de verano para varios distritos escolares (incluyendo Parlier), opera programas de tutoría después del horario regular de clases en 50 distritos escolares, y pruebas escolares.“Mi papá dijo que si el centro llegara a cerrar sus puertas y la gente llora, entonces vas a saber que hiciste tu trabajo,” dijo Paul. El trabajo del centro incluye la construcción del jardín en La Paz donde César está enterrado.“Sabíamos que teníamos que tener un lugar de sede, un lugar para uso diario donde la gente pudiera venir y visitar y aprender sobre su obra,” dijo él. El centro estableció un instituto de liderazgo.“Queremos darles las destrezas necesarias para que ellos puedan regresar a sus comunidades y sean agentes de cambio,” dijo Paul. Al viajar por todo el país para ayudar a conmemorar el legado de su padre, Paul se ha encontrado con mucha gente cuyas vidas cambiaron por Chávez. En la dedicación de una biblioteca de universidad comunitaria en Orange County que iba a llevar el nombre de su padre, Paul se encontró con el administrador de la universidad. Ella recordó haber conocido a César y haberle dicho que ella quería ser maestra. César le dijo, “¿Por qué detenerse allí? Tu sabes que puedes ser administradora. Puedes ser presidenta de una universidad. Lo mismo pasó con una mujer que quería ser enfermera. César la retó a que fuera doctora.“Él los retaba. Mira nomás, eso fue lo que hizo conmigo. Me retó a ser impresor, a ser asistente administrativo, a ser director politico,” dijo Paul. “Mi historia es algo que él repitió muchas veces durante su vida. Él inspiró a la gente a hacer más de lo que ellos creían que podían hacer.”
Hay dos momentos personales con su padre que siguen vivos en la mente de Paul hasta ahora. En el cuarto grado, él se metió en dificultades con un montón de muchachos más que quebraron una ventana con una bola de béisbol. Paul se imaginó que su madre lo recogería en la estación de policía. En vez de eso, César llegó.“No me pegó. Me dijo que estaba decepcionado de mí que lo había defraudado, que yo era mejor (que eso),” dijo Paul. “Eso me hirió porque hay veces en que uno quiere que lo vean y lo aprueben.”Paul dijo que él hubiera preferido los golpes que perder la aprobación de su padre. El siguiente día, César le dijo, “Mira, todos cometemos errores. Esta es una lección que aprender.” “Recuerdo que eso me hizo sentir muy bien,” dijo Paul. El segundo momento sucedió en los últimos días del primer término del Gob. Jerry Brown, justo antes de que el republicano George Deukmejian ocupara el puesto. El sindicato estaba tratando de lograr que un cónsul general fuera asignado a la Mesa Directiva de Relaciones Laborales en la Agricultura para evitar que Deukmejian asignara a una persona amiga de los agricultores. Paul trabajó duro para conseguir los 21 votos que se necesitaban en el Senado estatal.“Teníamos a 300 personas trabajando puerta por puerta para convencer a los senadores que votaran sí,” dijo Paul. En la noche final, a la obra le faltó un solo voto.“Sentí que había defraudado a mi papa. Que había defraudado al sindicato,” dijo Paul. “Me sentí muy mal.”Los simpatizantes en el Capitolio del estado estaban llorando. César se dirigió a ellos, y luego le pidió a Paul que manejara a la casa en La Paz. “Siempre es agradable despertar en tu cama,” dijo César. La conversación empezó para cuando llegaron a Stockton.“Mijo, ¿te sientes mal?” “Me siento muy mal papá.” “¿Hiciste todo lo que pudiste?” “Sí.” “¿Te sientes a gusto de le diste tu major esfuerzo?” “Sí.” “Nos vamos a ir a casa hoy, vamos a dormir y cuando despertemos vamos a regresar a trabajar,” dijo César. El padre luego explicó cómo es que el trabajo del sindicato no era como un juego de béisbol donde hay nueve innings y un ganador se determina al final del juego. No, dijo él, era como una campaña política donde el ganador recibe más de la mitad de los votos.“Nuestro trabajo no es así,” dijo César. “Cuando se lucha por la justicia social, uno solo pierde cuando se da por vencido. Te van a tumbar, pero te vas a levantar.”
Actualmente, Paul todavía comparte a su padre con el mundo. Y está bien.“Él era muy inteligente en cuanto a cómo pasaba tiempo con nosotros. Él se aseguraba de que su trabajo fuera lo bastante grande como para incluirnos en el,” dijo Paul, ahora en sus años 50. César no fue a los juegos de béisbol de Liga Pequeña debido a su horario. Pero sí llevó a sus hijos a dejar folletos del UFW en todo el Valle de San Joaquín.“Luego nos compraba raspados. No tenía dinero para hot dogs, así que hacía mestizos,” dijo Paul. “Él usaba tortillas de maíz y las asaba. Hot dogs en tortillas. Nos convencía de que el mestizo era lo último de la comida en Francia. Nosotros pensábamos que estábamos en la cima de lo culinario.”Un día, César le preguntó a sus hijos si les gustaba volar papalotes. Los niños dijeron que sí, y el grupo se fue a Forty Acres donde pronto los pusieron a recoger piedras y escombro del lugar. Después sí volaron papalotes.“Cuando uno hablaba con él y él hablaba con uno, uno era el centro de su universo.”