Durante décadas, Doña Josefina Flores Cervantes desempeñó un papel clave en casi todas las campañas y eventos importantes de la Unión de Campesinos y fue testigo viviente de las hazañas y sacrificios del movimiento. Murió en paz el lunes 26 de junio en Visalia, a la edad de 92 años.
Hasta bien entrados sus 70, 80 y más años, Josefina pertenecía a un pequeño grupo de veteranas activistas campesinas —incluyendo a Carolina Holguín y Ruth Martínez— que regularmente organizaban y participaban con la UFW. Cuando se difundió la noticia de su fallecimiento, llovieron los homenajes.
«Josefina estuvo en todas las marchas, en todos las líneas de piquetes, en todos los eventos», afirmó Dolores Huerta, ícono de los derechos civiles y del trabajo agrícola. «Estaba dedicada completamente y era leal a la causa de los campesinos: una verdadera guerrera».
«Era una mujer dura», afirmó el Presidente de la Fundación César Chávez, Paul F. Chávez.
«Cuidó de su propia gran familia, y también de la familia de los trabajadores, una feroz lealtad hacia las hermanas y hermanos fue una característica destacada de su vida», ofreció Giev Kashkooli, 2º Vicepresidente de la UFW.
El Presidente Emérito de la UFW, Arturo S. Rodríguez, declaró: «Josefina fue una de las verdaderas pioneras del movimiento campesino que nunca dejó de participar. Ella fue parte de las tres peregrinaciones históricas de Delano a Sacramento, en 1966, 1994, y 2022».
Se unió a otras largas caminatas de campesinos a través de polvorientas carreteras rurales hacia el Capitolio estatal, a veces bajo el calor abrasador del verano, para ayudar a conseguir victorias históricas de la UFW tanto legislativas, como regulares. A punto de cumplir 90 años, su familia hizo prometer a los dirigentes de la UFW que no la dejarían recorrer toda la ruta en la más reciente marcha a Sacramento.
Su nieta, Magdalena Gómez, dijo que durante una de sus últimas salidas oficiales, Josefina trajo a sus bisnietos para ayudar a la Primera Dama, Dra. Jill Biden, a administrar vacunas COVID a los trabajadores agrícolas en la histórica propiedad del movimiento, Los Cuarenta Acres, cerca de Delano, en el cumpleaños de César Chávez, el 31 de marzo de 2021. Era la cuarta generación que Josefina lideraba en la defensa de la causa.
Nació el 24 de octubre de 1930 en Calexico, California, en el seno de una familia de origen indígena yaqui del estado mexicano de Sonora. «De ahí sacó su sangre guerrera», observó Magdalena. Sin educación formal, aprendió a leer y escribir por su cuenta.
Décadas de trabajo en granjas de inmigrantes la encontraron viviendo en la ciudad de Reedley, en el condado de Fresno, en la década de 1960, cuando Josefina conoció por primera vez a César Chávez. Recordaba que ella esperaba a un hombre gigantesco y no podía creer que fuera de tan baja estatura y tan modesto. Aquel encuentro cambió su vida.
Lo que siguió fueron décadas de organización y apoyo a huelgas, boicots, marchas, protestas y campañas políticas. Aprendió inglés trabajando con la UFW. Recibió un disparo y resultó gravemente herida durante un incidente en un campo. Josefina fue a Chicago y Nueva York para ayudar a organizar el boicot a la lechuga. Practicó el ayuno hasta bien entrados sus 80 años, pese a las súplicas de sus familiares. Conoció a Hilary Clinton, a los Kennedy y al Presidente Obama en la Casa Blanca.
Josefina fue una inspiración para generaciones de jóvenes organizadores y personal de la UFW. Como nuevo organizador sindical en los años 90 y 2000, Giev Kashkooli recuerda cómo Josefina «era muy directa con los trabajadores. Decía: ‘Si quieres cambiar tu vida, tienes que hacer algo al respecto’. Era compasiva pero enérgica. Me enseñó que hay que retar a la gente a actuar».
A menudo se coordinaba con gente mucho más joven, demostrando «cómo se puede ser paciente y expedito al mismo tiempo», afirma Giev. «Josefina decía: ‘Mejo, eso está bien, pero tenemos que trabajar más'».
Hubo otros esfuerzos menos públicos, desde cuidar a los hijos del personal y los dirigentes de la UFW y cocinar para César Chávez mientras vivía en la sede del movimiento en La Paz, en Keene. Josefina vivió durante un tiempo en la residencia de ancianos Paulo Agbayani, en Los Cuarenta Acres, a las afueras de Delano. Durante más de 20 años residió en Casa Hernández, la comunidad de viviendas accesibles de la Fundación César Chávez para personas mayores de bajos ingresos en el oeste de Delano.
A Josefina Flores le sobreviven dos hijos, Yolanda Herrera y María De Los Ángeles Zazueta Gómez (otros cinco la precedieron en la muerte); nueve nietos (dos han fallecido); 14 bisnietos; y tres tataranietos. Su yerno, Humberto Gómez padre, fue organizador de la UFW durante más de 20 años.
Sus valores sindicales democráticos y su actitud de ¡Sí Se Puede!, se han transmitido a cinco generaciones. Su nieta Magdalena Gómez es administradora de un colegio comunitario y directora asociada del Sindicato de Profesores de Fresno. Su nieto Humberto Gómez Jr. es Director Regional del Partido Demócrata de California. La nieta María de Jesús Gómez es productora de Radio Bilingüe en Fresno. Algunos bisnietos se unieron a la marcha de 335 millas de la UFW el verano pasado en el condado de Fresno.