Vida Nueva
Week of April 1, 1998
Los Obispos Católicos de California se declaran en favor de los trabajadores de la industria de la fresa en California
El Congreso de Obispos Católicos de California ha declarado su apoyo al obispo Sylvester D. Ryan del condado de Monterey, quien se ha ofrecido para ser mediador en los recientes esfuerzos para organizar a los trabajadores campesinos de la fresa en el área de Watsonville y Salinas. La declaración de los obispos menciona los principios de la enseñanza social católica, específicamente citados en la carta pastoral de los Obispos Estadounidenses de 1987 titulada "Economic Justice for All" en la que se enfatiza que la economía existe gracias a la gente, no la gente por la economía.
Los obispos simpatizan con el entendimiento de la realidad económica que los agricultores tienen que enfrentar y el legítimo derecho que tienen los trabajadores campesinos a pertenecer al sindicato que ellos elijan. "Por lo tanto, los obispos de California nos unimos al obispo Ryan en el llamado por justicia en nuestras comunidades, un llamado para una campaña de plegarias y educación. Nosotros brindamos nuestro apoyo para encontrar cualquier forma que brinde justicia económica para todos por igual".
Declaración de los Obispos Católicos de California acerca de la situación en la Industria de la fresa en California. 20 de marzo de 1998.
Hace más de 10 años que los Obispos de Estados Unidos presentaron esta carta Justicia Económica para todos (Economic Justice for All), en la que se enfatiza que la economía existe por la gente, no la gente por la economía. Nosotros pensamos que la pérdida de campos de cultivo y el éxodo de los trabajadores a partir de 1930 provocó un sentimiento de pérdida de interés en este tipo de negocio. Por otra parte, notamos que los que decidieron quedarse enfrentan una presión por mantener bajos los costos de los alimentos que producen. Algunos de ellos lo hicieron utilizando nueva tecnología, emplearon menos gente. Otros lo hicieron manteniendo sueldos bajos para sus empleados. Ante esta realidad los trabajadores de los campos están entre los empleados más mal pagados y los más pobres de este país.
Nosotros entendemos que la situación económica que enfrentan los dueños de las campos de cultivo es difícil, ya que se encuentran en medio de las empresas que quieren maximizar sus ganancias y los consumidores que demandan el costo más bajo posible por los artículos de consumo. Reconocemos que todos compartimos la responsabilidad por los bajos sueldos que reciben los trabajadores del campo. Ningún otro país gasta tan poco en el consumo de la comida como lo hacemos en Estados Unidos.
En la carta Economic Justice for All, nosotros citamos que "la justicia consiste en demandar para los trabajadores por lo menos la garantía de un sueldo mínimo y los beneficios y compensaciones por desempleo". Nosotros también creemos que, "los trabajadores del campo tienen el legítimo derecho de organizarse en el sindicato que ellos elijan y que negocien colectivamente por mejores salarios y por condiciones de trabajo justas".
De acuerdo a las enseñanzas de los principios sociales católicos y con el ofrecimiento para participar como mediador en los recientes esfuerzos para organizar a la fuerza laboral de los campos de fresa en el área de Watsonville y Salinas en 1997, nuestro hermano el obispo Sylvester D. Ryan, de Monterey, presentó un documento titulado "Un llamado por justicia en la comunidad". Nosotros, los obispos católicos de California, apoyamos a nuestro hermano en este esfuerzo y su pronunciamiento y deseo de restaurar esos importantes principios en este momento.
En primer lugar, toda la gente tiene el derecho a la vida y satisfacer las necesidades básicas para sobrevivir (comida, vestido, abrigo, educación, cuidado médico, un medio ambiente apropiado y seguridad económica). El derecho por la vida significa algo más que la simple subsistencia. A cambio de trabajo honesto y competente ellos requieren un sueldo suficiente para sostener una buena calidad de vida, seguridad, vivienda adecuada, también significa educación para la familia y esperanza por un futuro mejor.
Y segundo lugar, todo mundo tiene el derecho a un trabajo productivo, salarios justos y beneficios, condiciones decentes de trabajo, así como el derecho a organizarse y unirse a sindicatos o cualquier otra asociación.
Como pastores tratamos de entender completamente cómo la situación económica afecta la vida de la gente de Dios -trabajadores, dueños y los distribuidores-. Nosotros estamos con ustedes. Sabemos que como seguidores de Jesús, debemos respetar a cada individuo y sus familias.
Juntos procuremos construir una comunidad mejor y sabemos que debemos brindar nuestra ayuda a esas familias necesitadas que luchan para vivir decentemente. Admitimos que como una reacción humana, los ánimos se alteran. Por ello pedimos a los miembros de la comunidad católica que trabajemos por un acuerdo. Confiemos en nuestro amoroso Dios y en el Espíritu para que podamos trabajar juntos para el bien de todos.
Nos unimos al obispo Ryan en un llamado por la justicia en nuestras comunidades, y llamamos a una campaña de oraciones y educación, y declaramos nuestro apoyo a cualquier camino que traiga justicia económica para todos. VN