Manténgame al Tanto

Martires de la UFW.

NAN FREEMAN (1953-1972)

En la mañana del 25 de enero de 1972, como a las 3 de la madrugada, la línea de piquete de la UFW se formó a la entrada de la planta Talisman Sugar en la carretera Federal #27, unas 20 millas al norte de Belle Glade, Florida. Los campesinos de la Talisman ya tenían 2 semanas de estar en huelga.

La planta está situada a unos 300 pies de la carretera principal, con un camino lateral que va directamente a la puerta principal de la planta. Los camiones que cargan la caña desde los campos dan vuelta de la carretera principal y luego pasan por la puerta principal. Los camiones son grandes, y cargan dos «jaulas» de caña — son doble «trailas». Con todo y carga, los camiones pesan unas 70 mil libras.

Los camiones habían causado preocupación en los huelguistas ya que la mayoría de los que ahora conducían eran esquiroles sin la experiencia de manejar camiones con cargas de 70 mil libras. Además, la compañía estaba cargando demás a los camiones para que hicieran menos viajes porque los choferes regulares estaban en la línea de piquete.

Por varios días los «piqueteros» se habían quejado a la policía de los choferes esquiroles porque estos le daban más recio cuando pasaban por los piquetes adrede para mojar a los trabajadores con la lluvia y el lodo. Pasaban los altos en las entradas de la planta y cometieron otras violaciones de las leyes de tráfico, pero la policía no actuó para corregirlos.

Nan Freeman y Pam Albright fueron dos de los cinco jóvenes estudiantes de New College que respondieron al llamado de los huelguistas de la UFW para ir a ayudarlos el lunes en Belle Glade. Las dos estaban trabajando como voluntarias para la UFW en su colegio en Sarasota en el programa «REAL» — un programa de investigación de la agricultura en Florida.

Esta mañana a las 3:00, Nan y Pam estaban ayudando a José Romero en la entrada de la planta. Estaban a unos 30 pies de la carretera en el camino que daba a la entrada principal de la planta. Llevaban volantes y su trabajo era hablar con los choferes de los camiones para animarlos a que se unieran a la huelga.

A las 3:15 a.m. un camión cargando caña salió de la carretera al camino para la entrada principal de la planta. El Chofer paró para hablar con los piquetes. Romero se subió al estribo del camión para hablar con el chofer mientras que las dos jóvenes mujeres se quedaron detrás de él en el piso.

 Mientras hablaba con el chofer, Romero se fijó que se acercaba un segundo camión sobre la carretera y que iba a dar vuelta hacia el camino de la entrada. Romero le dijo al chofer que siguiera su camino para no estorbar el paso porque los policías les habían dicho muy seguido que no bloquearan la entrada. Saltó del camión y junto con Nan y Pam fueron para atrás para una baranda, a un lado del camión.

Pero cuando comenzó a andar el camión, Romero se fijó que el remolque trasero daría vuelta demasiada cerca a ellas y la baranda, porque el camión no estaba alineado correctamente. Romero dio vuelta y empujó a Pam fuera de donde iba a dar el camión con la baranda. Cuando dio vuelta para ver a Nan, vio que el lado del remolque cargado con caña le pegó a Nan y la mandó a la baranda. Ella cayó inconsciente sobre el piso.

Los oficiales del alguacil del condado de Palm Beach estacionados a unos cientos de pies de distancia y manteniendo una vigilancia de la planta las 24 horas. Llegaron de prisa, taparon a Nan con una cobija, y llamaron a una ambulancia.

Comentaron que no respondían a sus reflejos y que parecía que el latido de su corazón se desvanecía. Unos 25 minutos después, a las 3:50 a.m. la ambulancia llegó para llevarla al Hospital General Glades en Belle Glade. Fue declarada muerta al llegar al hospital a las 4:19 de la mañana.

 

                                                       ELOGIO DE CÉSAR CHÁVEZ

 

El martes, 25 de enero de 1972, Nan Freeman, una joven mujer judía de Boston, dio su vida por los campesinos. Tenía 18 años cuando murió.

Para algunos, ella es una joven muchacha que perdió su vida en un trágico accidente. Para nosotros, ella es una hermana que se unió a los campesinos piquetes en la madrugada porque ella amaba a la justicia. Ella es una joven mujer que cumplió con los mandamientos de amor a los prójimos incluso al punto de sacrificar su propia vida.

Para nosotros, Nan Freeman es una Kadosha en la tradición hebrea, «una persona santa», quien será honrada y recordada por todo el tiempo que los campesinos luchen por la justicia.

¿Cómo podemos medir el don que ha dado ella a nuestra causa? ¿Le dará Dios otra vida? . . . Dios le ha dado solamente una vida a Nan Freeman y ahora esa vida ha terminado. Piensen en eso, todos quienes valorizan nuestra unión de campesinos: Nan Freeman, nuestra hermana joven, ha dado su vida única para que campesinos en donde sea que estén, por todos lados, puedan ser más libres.

No hay manera de pagarle su don inmensurable. No hay palabras para darle las gracias por lo que ha hecho. Hay algunas cosas que sí podemos hacer: nuestro movimiento entero está declarando un período de luto que corresponde al período de luto tradicional de 7 días.

Podemos recordar a Nan Freeman. Podemos honrar su vida y expresar nuestros pensamientos a su familia. Podemos dar más de nosotros mismos simplemente porque ella ha dado todo lo que podía dar. Tenemos que trabajar juntos para construir una unión de campesinos que merece su amor y su sacrificio.                                                                                                                                                               

 

 

NAGI DAIFALLAH (1949-1973)

               

En la mañana del 15 de agosto de 1973, Nagi Daifallah, un joven árabe, miembro de la UFW, murió de lesiones que recibió por el Oficial Gilbert Cooper del Departamento del Alguacil del Condado de Kern.

Nagi había llegado a este país desde su tierra natal en Yemen para buscar una mejor vida. Los campesinos yemeníes eran el último grupo de gente que habían llegado a los campos de California, e igual a los demás inmigrantes encontraron la explotación de los rancheros de California.

La mayoría de ellos, como el mismo Nagi, eran hombres jóvenes, a mediados de su segunda década de vida, demasiados tímidos, delgados, musulmanes, no hablaban inglés y vivían en campos de trabajo desprovistos. Como otros trabajadores, les pagaban solamente cuando trabajaban y vivían unas vidas miserables. Sin embargo, llegaban miles porque Yemen eran y es una de las naciones más pobres del mundo, donde el promedio de ingresos anuales era $94.

Antes de los esfuerzos de organizar a trabajadores de la UFW, estos trabajadores no tenían alternativas.

Nagi tenía 24 años cuando lo mataron. Medía 5 pies de altura y pesaba 100 libras. A diferencia de muchos de sus compañeros de trabajo, él  había aprendido inglés y podía comunicarse bien. Muchas veces sirvió como intérprete para los organizadores de la UFW, siempre era activo en actividades de la unión, era un buen miembro de la UFW y, por cierto, era reconocido como un líder de los trabajadores árabes.

Como huelguista de EL Rancho Farms cerca de Arvin, él era uno de un grupo de compañeros árabes quienes andaban de piquetes en el área de Lamont por muchas semanas de la huelga.

Aproximadamente a la 1:15 a.m. del 15 de agosto de 1973, un grupo de unos 15 miembros de la UFW estaban presentes en el Smokehouse Café en Lamont, California llegó un vehiculo del Alguacil del Condado de Kern. Uno de los 3 oficiales adentro del carro, el Oficial Gilbert Cooper, comenzó a hostigar a Frank Quintana, miembro de la UFW y capitán de piquete.

El Oficial Cooper intentó a arrestar a Quintana, quien estaba parado pacíficamente afuera del café, según el diputado, por causar disturbios a la paz. Tal arresto estaba en acuerdo con la continuada campaña de hostigamiento y arrestos de los capitanes de piquete por el Departamento del Alguacil durante la huelga de uva die 1973.

Los campesinos quienes acompañaban a Quintana protestaron el arresto. Durante la confrontación el Diputado Cooper, sin ninguna explicación, comenzó a hostigar exclusivamente a Nagi, Nagi trató de escaparse y Cooper lo persiguió corriendo hacia el norte sobre la banqueta.

El Oficial alcanzó a Nagi por detrás y sin advertencia alguna para que dejara de correr Nagi, el Oficial le pegó un golpe a Nagi, en la nuca, con una linterna larga de cinco pilas. Cooper, que media 6 pies de altura y 200 libras de peso, luxó la columna dorsal de la base del cráneo de Nagi. Nagi cayó de rodillas del puro impacto del salvaje golpe y se derrumbó boca abajo en la banqueta, inconsciente y sangrando mucho de la cabeza.

Luego dos Oficiales voltearon a Nagi boca arriba y cuando lo jalonearon por sus muñecas su cabeza colgaba y rebotaba sobre el pavimento, por sesenta pies, dejando una huella masiva de sangre derramada por todo el camino. Dejaron el cuerpo de Nagi postrado sobre el desagüe cerca de la puerta trasera del carro del policía.

Otras personas intentaron ayudar a Nagi y les preguntaron a los oficiales por qué no llamaban a una ambulancia, pero los oficiales solamente les decían que se largaran del sitio. Llegaron más oficiales en respuesta a los intentos de la gente de llamar una ambulancia. Tres trabajadores fueron arrestados mientras intentaban ayudar a su hermano caído.

En el funeral de Nagi miles de trabajadores y apoyadores de la UFW caminaron detrás del ataúd que cargaba el cuerpo de Nagi en el viaje de 4 millas hacia los 40 Acres de Delano. Después del servicio, una caravana larga de carros acompañaron el ataúd al aeropuerto de Bakersfield, y el cuerpo de Nagi fue mandado a Yemen para que lo enterraran en su tierra natal.

Muhsin Daif Allah, el padre de Nagi, nos dijo que Nagi fue un hijo responsable que les mandaba dinero cuando podía para ayudar a su familia en Yemen. Dijo, “Perdí a mi hijo cuando más lo necesitaba.”

 

ELOGIO DE CÉSAR CHÁVEZ

Nagi Daifallah era inmigrante. Como los tantos miles de campesinos, vino a este país buscando la oportunidad de superarse y cayó en la trampa de la pobreza y la impotencia que ha esclavizado a tantos campesinos migrantes en nuestra nación.

Se unió a la Unión de Campesinos y se entregó enteramente a la huelga de la uva y a la lucha para la justicia para todos los campesinos.

Nagi Daifallah está muerto a la edad de 24 años. La mano que tumbó a nuestro Hermano Nagi tiembla con miedo. Esa mano también es víctima del clima de violencia, racismo y odio creado por esos hombres quienes son los dueños de todo . . . y matan todo lo que no pueden poseer.

Estamos enfrentándonos con la discriminación, explotación y hasta la matanza. El gobierno reprime a nuestra gente y millones de campesinos están atrapados en la pobreza mientras los rancheros viven con las riquezas que nosotros hemos ganado para ellos.

Estas son enfermedades diferentes, pero son los trabajos en común de hombres avariciosos. Reflejan los defectos de nuestra sociedad. En la lucha para cambiar estas maldades, Nagi dio su vida.

 

 

JUAN DE LA CRUZ (1913-1973)

                Juan de la Cruz, con 60 años de edad, recibió un tiro y murió en una línea de piquete de la Unión de Campesinos cerca de Arvin el 17 de agosto de 1973.

                Juan de la Cruz llegó al estado de Nuevo México bajo el Programa Bracero desde su tierra natal del estado de Aguascalientes en México. Después trajo a su familia a los Estados Unidos y viajaron de un lado para otro como migrantes, buscando trabajo.

                Después de un tiempo encontraron empleo para todo el año en Arvin, donde Juan trabajó en Robert Farms por 14 años, antes de su muerte.

                En una entrevista, Máxima de la Cruz, la esposa de Juan, dijo de esos años, “El trabajo del campo era duro. No había baños y no había agua para tomar. El patrón nos mandaba a pizcar más recio, y si no nos apresurábamos, nos despedían. Nos pagaban un dólar por hora.”

                Juan de la Cruz se unió a la UFW cuando la unión comenzó a organizar en esta área en 1965. Él reconoció que la unión era buena para él y para su gente. Él había sido miembro de la unión de leñadores en México y la unión de trabajadores de construcción en Texas.

                La Señora de la Cruz agregó, “Ahora es mejor con la unión. Tenemos mejores sueldos y todo. Tenemos un plan médico y aseguranza, conos para agua, escusados en el campo y periodos de descanso de veinte minutos durante el día.”

                Juan de la Cruz, un hombre amable y calado, murió después de que recibió un balazo mientras estaba en una línea de piquete que estaba extendida por la carretera entre Arvin y Weedpatch. Mientras una caravana de esquiroles salía del campol en carros, salieron cinco tiros de una camioneta. Juan se puso en frente de su esposa, la empujó para el suelo y recibió una bala de calibre 22 debajo de su corazón.

                Por la segunda vez en una misma semana, se hicieron las preparaciones para un funeral campesino. En la noche del 20 de agosto, una procesión de gente con velas caminó por la cuidad de Arvin, dando vueltas por las calles y terminándo en el parque de la cuidad de Arvin donde tuvieron el velorio.

                El próximo día, miles de campesinos y apoyadores de todo el país marcharon en una procesión al cementerio, después de una misa funeraria en el parque.

                Un trabajador filipino de 20 años, Bayani Advincula, fue arrestado después por oficiales del Alguacil y fue acusado por el asesinato. Advincula fue identificado como el pasajero en la camioneta que levantó el rifle semiautomático de calibre 22 del piso de la camioneta y lo disparó a la línea de piquete.

                Advincula admitió que disparó el rifle, pero dijo que no estaba tirándole a la gente, sino que estaba disparando hacia los campos de algodón. Soltaron a Advincula con libertad bajo fianza por $1,500, y después fue exculpado de todos los cargos por un jurado del Condado de Kern. El condado pagó por el costo del juicio.

 

ELOGIO DE CÉSAR CHÁVEZ

                Juan no solamente se dio en su vida, pero ahora ha entregado su única vida en este mundo para nosotros, para sus hijos y para todos los campesinos quienes sufren y quienes pasan hambre en esta tierra de abundancia.

                Estamos aquí porque su espíritu de servicio y sacrificio nos ha tocado y ha conmovido a nuestras vidas. La fuerza generada por ese espíritu de amor es más poderosa que cualquier fuerza en el mundo. No se puede detener.

                Vivimos entre gente que nos odia y que nos teme. Ellos han trabajado duro para mantenernos donde estamos. Gastarán millones más para destruir a nuestra unión. Pero no tenemos que hacernos menos con regresarles el odio y el temor. Existe en nuestro movimiento bastante amor y buena voluntad para darle animo a nuestra lucha, y hasta sobra para derrumbar y cambiar el clima de odio y de temor que nos rodea.

                Triunfaremos. Es solamente una cuestión de tiempo. Juan de la Cruz no ha dado su vida en vano. No nos olvidaremos de él. Su espíritu vivirá en cada uno de nosotros que decide unirse a la lucha y que da el amor y la fuerza a los demás.

                Juan es un mártir de una causa justa. Le daremos significado y testimonio a su vida y a su muerte en lo que nosotros hacemos. Con más que sacrifiquemos y con más que trabajemos – de esta manera le daremos más vida al espíritu de nuestro hermano, Juan de la Cruz.

 

LA MUERTE DE JUAN VINO DOS DÍAS DESPUÉS DE LA MUERTE DE NAGI DAIFALLAH. EL LIDERAZGO DE LA UNIÓN DECIDIÓ NO ARRIESGAR MÁS VIDAS EN LAS LÍNEAS DE PIQUETE. SE PARÓ LA HUELGA Y LOS CAMPESINOS COMENZARON EL LARGO VIAJE A LAS CIUDADES DE NORTEAMÉRICA PARA ORGANIZAR EL SEGUNDO BOICOTEO DE LA UVA.

 

RUFINO CONTRERAS (1951-1979)

 

Poco antes del mediodía, un sábado, 10 de febrero del 1979, al fin de la tercer semana de la brutalmente reprimida huelga  en la lechuga, Rufino Contreras, huelguista de 28 años de edad, entró junto con 6 compañeros a un fil de Mario Saikhon, para hablar y pedirle a 75 esquiroles importados de fuera del Valle Imperial, que se unieran a la huelga.

Cuando los huelguistas todavía estaban mas de 80 pies de retirados de los esquiroles, tres mayordomos armados, quienes se habían colocado estratégicamente, atraparon a los huelguistas en un terrible crucero de balazos.

Una bala de calibre .38 le pegó a Rufino debajo del ojo derecho, se le fragmentó dentro del cráneo, despedazándole el cerebro, y salió atrás de su cabeza.

José Luis Contreras, hermano de Rufino, y también uno de los huelguistas que entro al fil de Saikhon, nos dijo que, en el momento que empezaron los balazos, inmediatamente se regresaron corriendo para el camino público. Cuando José Luis volteó para ver si Rufino había salido intacto, se alarmó al notar que Rufino estaba postrado en el fil con la cara en el lodo.

Don Lorenzo Contreras, padre de Rufino y también trabajador en Saikhon, José Luis, y otros huelguistas, repetidamente trataron de entrar a darle socorro a su hijo, a su hermano, a su compañero. Los mayordomos fríamente previnieron tal auxilio, continuando con el balaceo cada vez que trataban de entrar al fil. Uno de los huelguistas contó mas de 80 balazos.

El balaceo continuó por más de una hora antes de que se arrimara el alguacil y llamara a una ambulancia, a pesar de que su oficina estaba únicamente diez minutos de retirado de aquel fil de lechuga.

Enviamos al compañero Oscar Mondragón al hospital en El Centro para acompañar a la familia de Rufino. Rufino falleció poco después de las 2 de la tarde.

A mí se me mandó al sitio del balaceo, con órdenes de César de quitar a toda la gente del área del asesinato, y convencerlos a que regresaran al Hoyo, 14 millas de retirado en Caléxico, donde se esperaba el regreso de César de las negociaciones en Los Ángeles.

Reconocimos que los trabajadores andarían enfurecidos en vista de la muerte, a sangre fría, de Rufino y queríamos evitar un baño de sangre.

Aunque los huelguistas reventaban de coraje por el asesinato  insensato de Rufino, agradecidamente el gran respeto y cariño para César nos ayudó a convencerlos que pararan la línea de guardia y regresaran al Hoyo en Caléxico.

 

Luego empezó lo más difícil de todo. Teníamos que avisarle a la esposa de Rufino, Rosa, que su compañero querido estaba muerto . . . y sabíamos que estaba en pésimas condiciones para recibir tales noticias trágicas.

Rufino tenía varios días sin reportarse a la línea de piquete porque estaba, día y noche, al lado de su esposa, en el hospital. Rosa se había quemado gravemente con una lámpara de keroseno en su hogar en Mexicali.

Rufino era muy fiel a su familia, pero también se sentía obligado a poner su parte en la unión. José Luis nos contó que el viernes, día 9 de febrero, Rufino acababa de recibir una carta avisándole que la hospitalización de su señora iba ser cubierta por el plan médico de la unión y le andaba enseñando la carta a sus compañeros de trabajo.    Como muchos, fue un fiel miembro de la unión. Sentía orgullo de ser parte de su sindicato y, ese día, andaba muy contento. Por lo tanto, el siguiente día, el día 10 de febrero, un día terrible e inolvidable, se regresó a la línea de piquete.

El domingo, 11 de febrero, la familia decidió decirle a Rosa porque su querido esposo no había estado a su lado el previo sábado en la noche. Helena Chávez y otros dirigentes de la unión acompañaron a la familia para darle la noticias trágicas a Rosa.

Fue muy duro para ella, y entre su llanto y sus lágrimas, nos dijo que su corazón ya le había avisado, que algo muy malo había sucedido, porque, para su esposo, sus hijos y ella siempre eran los primeros.

Nos dijo que Rufino era un noble y bondadoso esposo y padre, nunca abandonaba a su familia por andar tomando en la cantinas, nunca abusaba de ella y sus niños, siempre estuvo con ellos en los momentos más serios. Ella ya sentía que algo terrible había pasado.

Y luego nos insistió en que la llevaran a ver a Rufino el día siguiente, lunes 12, de febrero. Aunque temíamos por ella, por su pésima condición, varios de nosotros acompañamos a Rosa y a la familia Contreras a la funeraria.

Rosa estaba tan gravemente herida de las quemadas, que tuvimos que llevarla en silla de ruedas, envuelta en vendas y cobijas de hospital. Cuando la arrimamos al cuerpo de Rufino, la viuda joven nos quebró el corazón, pero no simplemente con su pesar, sino que especialmente con su valiente resignación al sacrificio de su buen esposo.

La oímos que le decía a Rufino «Mi amor . . . mi esposo . . . mi amigo . . . ¿Por qué me dejaste? Mira la condición en que estoy. ¿Qué le diré a tus hijos cuando pregunten por su padre?»

Después de un tiempo, mirábamos que se empeoraba, y temíamos por ella. Entonces Elena se le arrimo, y le dijo que teníamos que retirarnos, que tenía que hacerse fuerte por el bien de sus hijos. Rosa comprendió, calmó su llanto, y pidió unos pocos minutos más.

 

Cuando se despidió de Rufino ese día, Rosa lo hizo con las palabras más valientes que jamás hemos escuchado. A pesar de su sufrimiento, de su invalidez, de su dolor, le dijo a su esposo, «Vete tranquilo, mi amor. Yo cuidaré a tus hijos.»

El martes, 13 de febrero, Don Lorenzo Contreras me dijo que Rufino era un buen trabajador, que durante 7 años de empleo, siempre le cumplió, hasta lo máximo, al Saikhon. Nos dijo que en los últimos dos años, Rufino no había falta ningún día como cortador de lechuga, aún cuando se enfermó de influenza en la corrida del año anterior.

César recordaba que cuando llegaba al Valle Imperial, Rufino era uno de los fieles que ayudaba a velar toda la noche por su seguridad; pero llegando el amanecer, sin haber dormido o descansado, se reportaba temprano a su trabajo árduo en el corte de lechuga.

Fortunato Contreras, hermano de Rufino, nos contó que aparte de ser buen trabajador, Rufino era un buen compañero, un buen amigo para con los que lo conocían. «En un modo de decir,» declaró Fortunato, «Rufino era más bueno que nosotros.»

Don Lorenzo Contreras, quien como bracero había sufrido, en este país, las indignidades, las injusticias, y la discriminación de ese sistema odiado, nos dijo que él no buscaba venganza por la vida de su hijo. Él simplemente deseaba que los tres mayordomos y los rancheros responsables por su muerte se les enjuiciara justamente.

Dentro de pocos días los tres pistoleros fueron soltados, libres con únicamente $5,000 de fianza.

Poco después, el Juez Lenhardt, cuya esposa formó parte de un grupo de 300 norteamericanos para supuestamente salvar la cosecha de lechuga misma enhuelgada por 5,000 campesinos profesionales, este mero juez, reclamando no ser partidario de los rancheros, se rehusó a enjuiciar a los tres asesinos, alegando perversamente que no se podía comprobar quién de los tres había disparado la bala fatal.

El miércoles, 14 de febrero, «el día de los enamorados,» Rosa, sus niños, Don Lorenzo, y la familia Contreras fueron acompañados por 9,000 campesinos y apoyadores, incluyendo el gobernador Jerry Brown, para sepultar a Rufino en el cementerio al norte de Calexico.

Antes del sepulto, celebramos la santa misa de cuerpo presente, al aire libre, en El Hoyo. A través del servicio, Rosa, en su silla de ruedas, abrazó a Julio César, su hijo de 5 años de edad, llorando sobre su pecho como si fuera un hombre. El niño simplemente permaneció quieto, abrazando a su mamá. Nancy Berenice, su hija de 4 años de edad, se mantenía cerca de ellos, con el papá, la mamá, y los otros familiares de Rufino.

Habíamos designado una área para los periodistas cerca del frente para darles acceso al servicio, pero también para mantener el orden y respeto porque, tal vez endurecidos por tanta tragedia que cubren en su trabajo, se habían comportado fríos e intrusos durante los días de luto.

 

Por ejemplo, el sábado por la noche, después de que César regreso de Los Ángeles al Hoyo, él y Don Lorenzo se encontraban en un abrazo, ambos llorando y lamentando el asesinato de Rufino . . . y los periodistas  entremetiendo sus micrófonos el la cara. Queríamos evitar esa falta de sensibilidad el día del funeral.

Al terminarse la misa, la abuela del niño Julio César, lo agarró de la mano y lo acompañó al frente,  donde estaba la caja con la bandera de la unión tendida sobre Rufino, para que el hijo se despidiera de su padre. En ese momento, el niño que hasta entonces había logrado mantenerse firme, empezó a llorar inconsolablemente pidiendo a «. . . mi papá . . . mi papá . . . mi papá» . . . le tocó el corazón a los miles reunidos para rendirle homenaje a Rufino. No hubo quien no derramó lágrimas al escuchar el lamento del niño, ni siquiera los periodistas mismos.

 

                                                     ELOGIO POR CÉSAR CHÁVEZ

El 10 de febrero de 1979 fue un día de infamia para los campesinos. Fue un día sin esperanza. Fue un día sin felicidad. El sol no brilló. Los pajaritos no cantaron. La lluvia no rodó del cielo.

¿Por qué fue un día de tanta maldad? Porque en ese día la avaricia y la injusticia nos arrebataron a nuestro compañero, Rufino Contreras.

¿Cuál es el valor de un ser humano? ¿Cuánto vale un campesino? Rufino y su padre y su hermano juntos le entregaron 20 años de su trabajo a la empresa. Fueron fieles trabajadores que ayudaron a enriquecer a su patrón, a enriquecer su rancho.

¿Cuál fue la recompensa por su servicio y su sacrificio? Cuando ellos pidieron una parte más justa de lo que ellos mismos producían, cuando reclamaron contra las injusticias que sufrían, la compañía les contestó con balas. La compañía mandó mercenarios a silenciar a Rufino Contreras.

El capital y el obrero juntos producen el fruto de la tierra. Pero lo que de veras cuenta es el obrero. Los seres humanos que torturan sus cuerpos, sacrifican su juventud  y embrutecen su espíritu para producir esta gran riqueza agrícola. Una riqueza tan amplia que le da alimento al país entero y mucho a este mundo. Y, a pesar de esto, los hombres, mujeres, y niños que son la sangre y hueso de esta producción, muchas veces no tienen lo suficiente para comer.

Pero estamos aquí hoy para decir que la riqueza verdadera no se mide con dinero ni prestigio ni poder.  Se mide con la herencia que le dejamos a aquellos que amamos e inspiramos.

En ese sentido, Rufino no ha muerto.  Donde quiera que los campesinos se organicen, defiendan sus derechos, y luchen por la justicia, Rufino Contreras está con ellos.

Rufino vive entre nosotros. Son aquellos los que lo mataron, y los que conspiraron para matarlo, quienes han muerto. Porque el amor, la compasión, la luz en sus corazones se han extinguido.

¿Por qué decimos que Rufino todavía vive? Porque aquellos quienes lo lamentamos este día, y lo llevamos a su descanso final, nos dedicamos de nuevo a los ideales por los cuales él dio su vida. Rufino vive en cuanto nosotros continuemos construyendo la unión que algún día traerá la justicia a todos los campesinos.

Si Rufino viviera hoy, ¿qué nos diría?  Él nos diría. «No tengan miedo. No se desanimen.»  Él nos diría, «No lloren por mí. Organícense.» 

Hoy es un día triste, pero también es un día de esperanza. Es un día de tristeza porque nuestro amigo y compañero ha muerto. Es un día de esperanza porque estamos seguros que Rufino hoy goza de la justicia en el cielo que se le negó en la tierra.

«AMOR MÁS GRANDE NO EXISTE ENTRE EL SER HUMANO, QUE EL QUE ENTREGÓ SU VIDA POR SUS COMPAÑEROS.»

Es nuestra misión terminar el trabajo que Rufino ha comenzado entre nosotros, sabiendo que la justicia para nosotros mismos y nuestros oponentes es solo posible ante Dios, que será el juez final.

 

RENÉ LÓPEZ (1962-1983)

 

El 21 de septiembre de 1983, René López, trabajador en la lechería Sikkema cerca de Fresno, fue asesinado por un balazo tirado a quemarropa por hombres pagados por la compañía para hostigar a los huelguistas quienes andaban en campaña para meter a la UFW para que los representaran.

Unas semanas antes, los compañeros de René le pidieron a este joven de 21 años, nativo de Nuevo León, que fuera el representante, ya que era bilingüe y se había graduado de Carruthers High School en el Condado de Fresno. René, que fue caracterizado por sus compañeros de escuela como un muchacho bondadoso que nunca se metía en pleitos, llegó con el dueño de la lechería y le dijo respetuosamente que un sueldo de menos del salario mínimo por trabajo de 60 horas a la semana era inaceptable, por lo cual estaban pidiendo un aumento modesto.

La cruel respuesta del dueño, Fred Sikkema, era que él iba a despedir a algunos de los trabajadores y a forzar a los demás trabajadores a hacer el trabajo de los despedidos, además del trabajo que les pertenecía, por el mismo sueldo. Desalentado por la respuesta, René y el comité pidieron al consejo de la UFW cómo proceder. La unión asignó a Roberto Escutia, de la División de Horticultura de la UFW, para ayudar a los trabajadores.

Les aconsejó Roberto a los trabajadores que metieran una petición para una elección de representación de la unión, para que las represalias de la compañía contra ellos, a causa de sus actividades en conjunto se consideraran como prácticas laborales injustas por su apoyo a la UFW.

Ya que la compañía los había amenazado con despidos, los trabajadores decidieron salirse en huelga al mismo tiempo que metieran la petición a la Ley Laboral para que llevaran a cabo una elección para representación de la unión.

Sikkema respondió a la huelga con emplear «gorilas», incluyendo a Dietmar Ahsmann, su cuñado y Donato Estrada, un mexicano con fama de narcotraficante.

En el día de la elección, minutos después de que René puso su voto por la UFW, Ahsmann y Estrada pasaron en su carro, rumbo a uno de los edificios de la lechería para juntarse con Sikkema. Después de cinco minutos llegaron a donde estaban los huelguistas otra vez en su carro y le llamaron a René para que se acercara al carro.

Sin decir nada, René caminó para el lado del pasajero del carro que estaba manejando  Ahsmann. Cuando René llegó a tres pies del carro, Estrada sacó una pistola y la disparó a la cara de René.

Luego Estrada comenzó a apuntar su pistola a los otros huelguistas, y uno de estos huelguistas oyó las últimas palabras de René: «¡No los mates!» Aún herido mortalmente, René continuaba abogando por sus compañeros de trabajo.

 

Ahsmann fue exculpado por su parte en el asesinato, y a Estrada lo sentenciaron con 7 años de encarcelamiento. Sin embargo, el fiscal del distrito judicial se negó a meter cargos contra Fred Sikkema aunque él había empleado y dirigido a los asesinos.

Dolores López, madre de René, nos ha dicho que él estaba muy orgulloso de su asociación con la unión. Unos años antes, cuando apenas había pasado su adolescencia, mientras estaba en la preparatoria, él viajó a Stockton para apoyar una gran huelga de la UFW en el tomate y para aprender más de la UFW.

Durante los primeros días de la campaña de elección en Sikkema, Dolores dijo que su hijo joven llegó a su casa con una gran sonrisa, diciendo con mucho orgullo pero con sinceridad, «Ahora soy hombre importante porque hoy firmé una tarjeta de autorización para hacerme miembro de la Unión de Campesinos.»

Cientos de trabajadores y apoyadores acompañaron a la familia López en Fresno el día del funeral. Había canastas llenas de flores y coronas funerarias con los nombres de los comités de la UFW a través de todo California, desde Delano, Coachella, Napa, Salinas y Caléxico de trabajadores de vegetales, de cítricos, uvas, polleros y otros trabajadores.

Había una corona pequeña que decía «Querido Novio.» René se iba a casar el día que lo sepultamos.                                                                                                                                              

 

                                                       ELOGIO DE CÉSAR CHÁVEZ

De parte de todos nosotros aquí, extendemos nuestros más profundos sentimientos para la familia de René. Su madre, Dolores, su padre, Francisco, su hermano Efrén, su hermana Lupe, su hermana Rebecca, su hermana Yolanda, su hermano Juan Francisco, sus hermanas Liliana y Grace y sus abuelos Fernando y Tomasa López e Ignacio y Virginia Robles.

Gracias a Dios que la mamá y el papá y los hermanos y hermanas de René, quienes él quería mucho, pudieron estar con él a su lado durante sus últimas horas. René les dejó una herencia de valentía y esperanza . . . una herencia que, si Dios quiere, los alentará, venga lo que venga, hasta que se reúnan con él otra vez en el paraíso.

Los buenos hechos de René los conocen todos y, especialmente, los conocen los miembros de su familia . . . buenos hechos, más que nada de caridad, de bondad y de compasión humana. Sus actos van con él y viven después de él . . . y por esa razón, su funeral esta mañana es ocasión, no para la tristeza , y mucho menos para la desesperación, sino que es oportunidad para celebrar, en un espíritu de júbilo cristiana, la vida de René y la bondad y la misericordia de Dios.                                                   

El libro de sabiduría nos dice “El alargamiento de días no es lo que hace la edad honorable, ni los números de vida que miden la medida cierta de la vida. Comprensión, esto es el pelo gris de un hombre. El hombre virtuoso, aunque él murió antes de su tiempo, alcanzará  descanso.” 

Todos los que conocieron a René López como un amigo personal o más inmediato, como miembro de familia, pueden verificar el hecho de que él tenía entendimiento. Con esto quiero decir, que él tenía un regalo de fe, un regalo de saber que es realmente importante en su vida.

No fue posible para René cerrar sus ojos a las situaciones de angustia y de pobreza, que lloran así a Dios, o guardar silencio con la cara de injusticia. Él era esa clase de hombre. 

René era joven pero él ya sentía el llamado a la justicia social. Su Madre Dolores, dijo que él llegó a casa un día con un resguardo de la tarjeta de autorización de la Unión, se la enseñó y dijo, “Aquí está mi primera tarjeta a la Unión, ahora soy importante, ahora soy un hombre.”

Pero la primera tarjeta de la Unión de René, también era la última. Él nunca  disfrutará de las bendiciones de su juventud…. él nunca cumplirá todas las promesas que  otros miraron en él…él nunca pasará su intenso amor a sus hijos e hijas. 

Nos han quitado a René en la flor de su vida antes de que pudiera compartir la medida entera de sus talentos y bondad con el mundo alrededor.

Se nos fue René porque él se atrevió a tener esperanza y porque se atrevió a vivir sus esperanzas. 

En raras ocasiones hombres y mujeres eligen morir en medio de su búsqueda de la libertad. Ellos desean  verdaderamente estar liberados y vivir completamente más en su vida.

Pero la muerte nos viene a todos y nosotros no escogemos el tiempo o las circunstancias de cuando nos vamos.  La cosa más dura es de morir bien. René López murió bien…él es un mártir por justicia. 

René está en paz con Dios. Él dio todo lo que él pudo.

¿Pero cuántos campesinos más tienen que caer?  ¿Cuántas lágrimas más vamos a derramar?  ¿Cuántos mártires más deben de ver antes de que seamos libres? ¿Cuando llegará el día cuando la alegría se haga fuerte y el dolor sea pequeño? 

La respuesta, mis hermanos y hermanas, está en nuestras manos. La respuesta está en nuestras manos.

Nosotros que vivimos ahora debemos caminar  milla adicional porque René vivió y murió por sus y nuestros sueños. Nosotros que tenemos que seguir luchando por la justicia de los campesinos debemos llevar en nuestros corazones su sacrificio. 

Debemos intentar vivir como él vivió…debemos intentar tener sus sueños vivos… y cumplir, con nuestros sacrificios, sus sueños. Debemos llevar a René en nuestros corazones y comprometernos que nunca olvidaremos su sacrificio.

El padre de René, Francisco, mirando así abajo a su hijo, dijo estas palabras. “Cuando él nació, yo lo recibí con un beso, y ahora se lo entrego a Dios con un beso”. 

“Felices están aquellos que murieron en el Señor: Déjenlos ya descansar de sus labores porque sus buenas obras van con ellos”.  Amen.